Los periodistas no
tienen más remedio que ejercer la autocensura.
En
este país verdaderamente no existe plena libertad en los periodistas. La
violencia asociada al tráfico de drogas ha provocado que México sea como un país sin libertad de prensa. Los periodistas no
tienen más remedio que ejercer la autocensura. La lucha
frontal contra los grupos del crimen organizado hace imposible informar en buena
parte del territorio de asuntos como la delincuencia
y la corrupción.
La
única opción de algunos reporteros es evitar cualquier dato sobre algunos
delitos, desde tiroteos en las calles, hasta la corrupción municipal.
Es verdad que todos los
días, o casi todos, las noticias en los medios, televisión, radio, prensa,
incluyen ejecuciones, detenidos y enfrentamientos con el narcotráfico. Sin
embargo, hay una distinción entre publicar los reportes y la cobertura activa
del narcotráfico.
El
riesgo se magnifica cuando la delincuencia organizada actúa en complicidad con
el poder político. El temor es tan grande que en algunas zonas los medios
explícita o implícitamente han prohibido la investigación del narcotráfico y
dado instrucciones de que esa información sea cubierta de manera pasiva, es
decir, publicar sólo aquellas noticias que las autoridades proporcionan.
Al
mismo tiempo, los periodistas empiezan a ver con más claridad los efectos de la
censura. Esta censura es altamente efectiva y a ella se apegan los medios de
comunicación sin muchas protestas, como ocurre en otras partes del mundo.
Por
ejemplo, una práctica que no es ningún secreto y nadie parece estar cuestionado,
es el de los “paquetes“ o campañas publicitarias que incluyen un cierto número
de entrevistas dentro de los espacios noticiosos. Este caso podríamos llamarlo
de corrupción porque ya no se trata de los regalos para comprar a los
reporteros, sino formas de más altos vuelos.
Osuna Velazco
Buen comentario (B)
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