miércoles, 15 de febrero de 2012



Los periodistas no tienen más remedio que ejercer la autocensura.

En este país verdaderamente no existe plena libertad en los periodistas. La violencia asociada al tráfico de drogas ha provocado que México sea como un país sin libertad de prensa.  Los periodistas no tienen más remedio que ejercer la autocensura. La lucha frontal contra los grupos del crimen organizado hace imposible informar en buena parte del territorio de asuntos como la delincuencia y la corrupción.

La única opción de algunos reporteros es evitar cualquier dato sobre algunos delitos, desde tiroteos en las calles, hasta la corrupción municipal.
Es verdad que todos los días, o casi todos, las noticias en los medios, televisión, radio, prensa, incluyen ejecuciones, detenidos y enfrentamientos con el narcotráfico. Sin embargo, hay una distinción entre publicar los reportes y la cobertura activa del narcotráfico.

El riesgo se magnifica cuando la delincuencia organizada actúa en complicidad con el poder político. El temor es tan grande que en algunas zonas los medios explícita o implícitamente han prohibido la investigación del narcotráfico y dado instrucciones de que esa información sea cubierta de manera pasiva, es decir, publicar sólo aquellas noticias que las autoridades proporcionan.

Al mismo tiempo, los periodistas empiezan a ver con más claridad los efectos de la censura. Esta censura es altamente efectiva y a ella se apegan los medios de comunicación sin muchas protestas, como ocurre en otras partes del mundo.

Por ejemplo, una práctica que no es ningún secreto y nadie parece estar cuestionado, es el de los “paquetes“ o campañas publicitarias que incluyen un cierto número de entrevistas dentro de los espacios noticiosos. Este caso podríamos llamarlo de corrupción porque ya no se trata de los regalos para comprar a los reporteros, sino formas de más altos vuelos.

Osuna Velazco

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